28.9.07

HOT RATS - Frank Zappa



No hay caso; en este blog intentamos contrastar, salirnos de la tradición crítica, tener una mirada fresca, pero cada mirada es tan distinta que inclusive puede convertir la nuestra en una suerte de tradición. Me explico: como siempre, y debido a la fecha de su publicación -es decir por una cuestión generacional- no había escuchado hasta hace poco este viejo disco; y eso me parecía una ventaja: así mi escucha estaría libre de "contaminaciones" históricas. Pero comprendo que esa creencia es sumamente ingenua; la historia nunca se detiene, es de lo que estamos hechos, y mi propia escucha es parte de ella. Quiero decir que generaciones más jóvenes me han sorprendido con su opinión sobre la música contenida en este (excelente) Hot rats. Sé que no he descubierto la pólvora; a todos nos pasa; vienen los jóvenes y dicen barbaridades. ¡Y nos irritan!
Tiempo atrás, usé una pista de este disco -Peaches en regalia, nada menos- como disparador para un ejercicio literario en mi taller. Mi elección se había basado en la íntima -y finalmente torpe- convicción de que cualquiera apreciaría la riqueza maravillosa que yo había encontrado ahí. Esa multiplicidad sorprendente de instrumentos, que le daba un colorido espectacular, el dinamismo, la unidad de melodía, armonía y ritmo, en fin... Suponía que dispararía algo bien interesante en los talleristas.
Y algo disparó. ¡Referencias a la música de las series de televisión de los años setenta, como La mujer maravilla y Starsky & Hutch! Me harta el revivalismo setentero, me parece casi nada más que una moda al servicio de la falta de ideas actual, y a esta altura un recurso demasiado previsible y fácil. Bueno, de todos modos los textos producidos fueron válidos, no me quejo de eso. Pero me asombró la asociación tan natural entre esa alta pieza musical y la musiqueta de la tele...
No, no notaron los bellos tonos instrumentales. No creyeron encontrarse ante un gran florecimiento feliz, que acontece muy pocas veces en el mundo. Sin embargo, en cierto modo tenían razón. Me sacaron de mi línea de escucha y ahora no puedo escuchar Peaches en regalia sin pensar, en algún rincón de la mente, en Linda Carter dando vueltas sobre sí misma. Y en verdad, eso podría no estar tan lejos de las intenciones de Zappa.
Porque sin duda que en esa pieza en particular está la televisión; no porque sea música incidental ni un tema que apele al mínimo común denominador del público, pero está ahí la televisión como compañía fantasmagórica de la soledad cotidiana, como espectáculo que no cesa y como símbolo de la vida estadounidense (a la que, concientemente o no, aspiramos desde hace décadas todos los pueblos del mundo, para bien o para peor). Por eso Peaches en regalia es importante.

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Ah, ¿el resto del disco? Excelente, uno de los mejores de Zappa y de esa corriente a la que se le llamó en algún momento jazz-rock. Tienen que escucharlo ahora mismo, y en esto no discrepo con ningún crítico tradicional. Tienen que escucharlo, insisto. Ahí está lo que aún vale de los años setenta porque sigue vigente; ahí está todavía nuestra historia, la que continúa, la que no terminó a pesar de Fukuyama, la que quién sabe a dónde nos llevará.
En serio, tienen que escucharlo.
Aunque sólo sea por Peaches en regalia. (Pero por favor no se amilanen ante el aparentemente infinito solo de guitarra de Willie the pimp. Ni ante los de guitarra y violín de The Gumbo Variations. Todo aquí es largo, pero es que debe ser largo, no puede ser de otra manera. Escúchenlo y después me cuentan).
(Y así mi escucha se irá contaminando y enriqueciendo con la de otros, porque es imposible que sea de otra manera). (Lo he aceptado). (Se aprende a los golpes).


Peaches en regalia

4 comentarios:

El Vuduchail dijo...

Discazo

Gonzalo Paredes dijo...

Exacto.

Los Peores Discos dijo...

Excelente prosa. Da gusto leer este espacio, ya que es de los pocos que se preocupan en enaltecer nuestra alicaída lengua.

Lo único que me inquieta un poco es la moderación de comentarios. Es -como diría- un poquitín excluyente.

Abrazos.

Gonzalo Paredes dijo...

Los Peores Discos: Gracias por apreciar mi escritura y, sobre todo, por reivindicar el uso pleno del idioma.
Acerca de la moderación de comentarios, no es un poquitín sino absolutamente excluyente, y a conciencia. Con un simple propósito: evitarme el disgusto de releer -años después de publicados-insultos inútiles y demás barrasadas gratuitas que perpetran demasiados usuarios de internet, cuya vida sexual al parecer es pobre. He comprobado que encontrarme una y otra vez con tonterías malvadas que quedan aquí como grabadas en piedra, me cansa, me entristece y me enemista con el mundo. Por lo tanto, he aprendido que a fin de cuentas un blog es como la casa propia: si un visitante empieza a romper los muebles, uno lo invita a retirarse, y si no se retira uno lo prende del cogote y lo saca para fuera sin más contemplaciones. Esa es, entonces, mi política de moderación de comentarios, que respeta en cambio el derecho al disenso. Cualquiera que se tome el trabajo de leer los comentarios de cada post, verá que varios de ellos exponen fuertes discrepancias con mis posturas respecto a tal o cual disco; las publico siempre, sin ningún problema, porque -mientras trasunten un mínimo respeto hacia mi persona y algún esfuerzo argumentativo- tienen tanto derecho a existir como mis posteos críticos. En ocasiones llego a estar de acuerdo con las objeciones de algunos visitantes. Si uno está opinando, tiene que soportar las opiniones de los otros. Pero a los salvajes sin aporte, los excluyo sin sentirme culpable ni injusto. Es, en suma, una cuestión bastante sencilla.

Otra vez gracias, y ya me voy a leer tu página.

Saludos.