29.10.13

NEW - Paul McCartney


2013 y nuevo disco del viejo muchacho. Sabrán ustedes, viejos navegadores de internet, sobre los cuatro productores distintos, sobre el título curioso, etc. Y si no lo saben, búsquenlo. De todas maneras, nada de eso importa demasiado. Tampoco, si McCartney es un ejemplo, a su edad, o un bochorno, a su edad. Importa lo que grabó y entrega.
Y no está mal. No es mejor ni peor que lo inmediatamente anterior. Se sabe -y si no lo saben, búsquenlo- que el artista está en un cierto resurgimiento desde hace unos años. Es verdad; basta comparar ésto con, por decir algo, London Town, de Wings y de 1978. Como hemos repetido en este blog, no se sostiene la discriminación etaria en el mundo del rock. Muchas veces los veteranos rinden más ahora que de jóvenes. Este es un caso.
De todos modos, hay una sensación de límite. Se escucha el disco -o los dos o tres anteriores- y se dice: "Ah, muy bien" y al mismo tiempo: "¿Pero no hay más que ésto?" Y eso se aplica, quizás, no solamente a McCartney. Llega un punto en la vida en que no hay mucho más, salvo repetirse y apoyarse en el bastón de la experiencia adquirida. Lo que merece respeto, pero no ilusiona. La ilusión, eso sí que es un asunto de jóvenes...
Como sea, los temas son buenos, no hay gran invención pero sí solvencia. Diríamos que la solvencia está escondida detrás de esas melodías que parecen obvias pero que si realmente lo fueran, ¿por qué no se escuchan más a menudo y a manos de compositores que no sean Paul McCartney? Su talento es esa aparente simplicidad, ese disfraz sonriente que hace que creamos que esas canciones no son difíciles de componer ni de interpretar. Sin embargo, prestando atención, la inteligencia musical abunda. Este es quizá -siempre lo fue- uno de los logros más altos de McCartney.
Y en este caso, hay detalles: incorporaciones electrónicas, exploraciones sónicas, alguna vuelta de tuerca. Nada muy notorio ni muy notable, pero sí interesante.
Destacamos, además, uno de los temas finales, Road. Es excelente. Ojalá -nos permitimos desear- McCartney hubiera hecho o haga alguna vez un disco entero en esa modalidad más calma y seria, moderna y no antojadiza, sin pensar tanto en las butacas de los estadios. Porque aquí, sí que piensa en la necesidad de cánticos a coro. Tres temas, por lo menos -y nada malos, por otra parte- parecen diseñados para que la gente se entusiasme, baile y cante. Eso no es un pecado, pero sentimos que el McCartney actual, o mejor dicho su alma artística genuina, está más en Road que en otras partes. O quizás no, y somos unos ilusos.
Queenie eye

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