Esto no es, no puede ser una reseña crítica. Falta el necesario distanciamiento. El disco salió (en algunas partes del mundo) el viernes pasado. (En otras partes del mundo saldrá el lunes). Así que apenas consignaremos unas primeras impresiones. Quizá no deberíamos, ya que aquí prometemos "críticas", pero al fin y al cabo es nuestro blog y haremos como mejor nos parezca. Y nos parece mejor señalar la existencia de este disco, sin esperas.
¿Por qué? En primer lugar, porque esta banda, aunque clásica y sobreviviente, ha sido encasillada de dos maneras (y peor aún, a manos de sus propios seguidores): 1) como una estricta banda de hard rock, y 2) como una banda que hoy en día sólo vale para dar conciertos.
Hay un gramo de verdad en ambas afirmaciones, pero no por ello dejan de ser malvados prejuicios. Es decir ideas puestas por delante de la realidad, bloqueando toda visión honesta de la realidad.
Y la realidad es que si bien Deep Purple es, ha sido y tal vez será un eje importante en la historia del hard rock, y nadie espera un disco country o hip hop de ellos, también es, ha sido y tal vez será mucho más que eso. Si queremos rótulos, perfectamente le cabrían, también, el de banda de jazz, de funky, de soul, de blues, de progresiva. De veras.
Y si bien la sala de conciertos es para ellos un ámbito de brillo absoluto (basta mirar en YouTube), demostrando su notable capacidad de ensamble, de improvisación y de fuego, desmentir la capacidad compositiva de esta veterana gente es, por lo menos, una falta de tino. Y por lo más, una falta de inteligencia, de percepción y de sensibilidad.
Y en segundo lugar, nos importa dejar constancia de la existencia de este disco por la simple razón de que es realmente bueno. En ese sentido, estamos actuando casi como publicistas honorarios, sin quejas por la falta de un pago monetario, ya que en gran parte escribimos para fomentar la escucha. A fin de cuentas, escribir sobre un asunto es publicitarlo. Siempre.
Así que nos limitamos a decir -por ahora-: un disco ahíto de variada y buena música, duro y flexible, quizás un poco solemne, poderoso, hábil, eficiente, deudor del pasado -del pasado entero, no del que recortan los fans menos lúcidos-, abierto, nada prejuicioso, bien trabajado, espontáneo, bien producido, complejo, simple, esperable e inesperado. No diremos más hasta dentro de un tiempo.
Pero preferimos hablar ahora para contrarrestar la cantidad de tonterías que hemos leído en la web. Gracias por su atención.
ADDENDA DEL 29/4/2013
Hoy, lunes, que el disco está a la venta y pueden ustedes comprarlo legítimamente, seguimos con nuestra tarea publicitario-crítica, ahora con más énfasis en la crítica, dado que hemos podido escucharlo repetidamente durante el fin de semana.
¿La conclusión inicial? Un disco más difícil que los dos anteriores -Bananas y Rapture of the deep-. No sabemos si decir que mejor, pero sin duda que diferente en por lo menos dos aspectos: una producción lujosa, bastante típica de Bob Ezrin (de quien desconfiábamos un poco, ya que el tipo a veces resulta bombástico; pero aquí hizo un buen trabajo), y una ausencia casi total de verdadero rock´n´roll (si por rock´n´roll entendemos algo como por ejemplo Highway star; es decir ritmos de cuatro por cuatro para sacudir la cabeza). Por supuesto que no faltan el swing y la fuerza -características definitorias de la banda- pero, a grandes rasgos, se puede decir que éste es más bien un disco progresivo -si tiene algún sentido hablar de "progresión" en estos tiempos... pero se entiende: suena en parte como algo que se podría haber hecho, no necesariamente en los setenta, sino en los ochenta a cargo de una banda de los setenta. Así, no es tan desquiciada la promoción de la discográfica -mentirosa, por otra parte- que sostiene pomposamente que esto es una mezcla de Perfect strangers de 1984 con Made in Japan de 1972; de Made in Japan tiene muy poco, excepto por algunos notables pasajes instrumentales -al parecer improvisados en el estudio-; de Perfect strangers, sin embargo, tiene bastante; con una salvedad: estas canciones son muy superiores. No hay un solo tema malo, o siquiera débil.
Como dijimos en la primera entrega, desacreditar la capacidad de esta gente como compositores es ridículo, y aquí sobran las muestras de know-how, hasta diríamos de inspiración. Inclusive, porque el disco parece tener un tema, o al menos un punto de vista: el de unos viejos hippies que miran al pasado y sobre todo al presente con cierto desagrado incómodo y, por qué no, con cierto sentimiento de tragedia. Esto es particularmente notorio en la intensa Out of hand -posiblemente la mejor canción del disco. Así también en el lírico tema dedicado al fallecido Jon Lord. Sea como fuere, y excepción hecha de los inevitables -y casi siempre divertidos- devaneos eróticos de Ian Gillan -representados aquí en la sensual Body line y de manera tangencial y muy perversa en la excelente Après vous-, de principio a fin hay una actitud de rebeldía (resignada, claro) ante los tiempos actuales, demasiado parroquiales en su corrección política para el espiritual y desaforado Gillan y demasiado manufacturados y poco exigentes para unos antiguos músicos virtuosos y justificadamente orgullosos.
En suma, y aunque todavía es demasiado pronto, este es, a nuestro juicio y por el momento, unos de los mejores discos de la banda (aclarando que, también a nuestro juicio -no muy compartido-, Bananas de 2003 es mejor que gran parte de la producción considerada "clásica" de la banda).
Si se nos ocurre algo más, lo diremos.
Gracias.
3 comentarios:
Exelente critica, en verdad hay momentos de gran gusto en esta nueva produccion y desde ya de lo mejor que hecho esta encarnacion de los purpura, aiyre tiene creo tiene un vuelo diferente es decir mas libertad si esta bien decirlo asi, pero en definitiva para escuchar y disfrutar.
exelente la critica estoy de acuerdo en que es sin dudas de las mejores producciones de esta encarnacion y en el lado progresivo en el va por momentos, quizas con mayor liberdad si se podria decir de la mano de Ayre, y de Morse con el buen gusto de siempre, Gillan me sorprende que aun cuidandose y sin ir a los extremos de antes claro, conserva su voz en muy estado, en definitiva una buena pieza que seguro se descata en la gran discografia de estos señores purpura.
nando: Sí, justamente lo que estaba por agregar al texto era esa observación sobre el tecladista y sobre el buen desempeño de Gillan. Airey se permite, me parece, en esta ocasión, despegarse más del fantasma de Lord. Ya lo había hecho un poco en las ediciones anteriores -mayor uso del piano, por ejemplo- pero aquí se suelta. Y creo que eso contribuye a que la banda se muestre como lo que es, y no como lo que otros pretenden que sea.
Gracias por el comentario.
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