21.3.11

BARBED WIRE BLUES - Wilko Johnson



A ver: desde que se fue de Dr. Feelgood, Wilko Johnson siguió un camino más bien menor, con discos que pedían la presencia, es decir la voz, de Lee Brilleaux o de alguien por el estilo. Es una gran pregunta por qué no buscó –como sí lo hizo con los músicos- a un buen intérprete, sin sus limitaciones vocales. ¿Cómo es la voz de Wilko Johnson? Aguda, débil, lastimera… Bastante inapropiada para su aguerrida y eléctrica música. Todos sus discos –desde los primeros con los Solid Senders hasta los últimos con el Wilko Johnson Trio (donde toca actualmente –curiosidades de la historia- el hijo del guitarrista de Yes, Dylan Howe)- sufren en mayor o menor medida de esas carencias canoras… Y no es que Johnson no pueda cantar; en ocasiones su voz es la indicada, como en algunos temas de Dr. Feelgood. Pero ¿un disco entero con ese lamento que se quiere intenso y se vuelve desesperado y tembloroso? Es apostar al fracaso. Agregaríamos: de hecho la apuesta por el fracaso triunfó. ¿Un hombre con el talento de Johnson, confinado a pequeñas salas y clubes? (y no se diga que es la esencia del así llamado “pub rock”; la tonta denominación es, como no podía ser de otra manera dada su tontería, un invento de periodistas, no de músicos, y el mismo Johnson, en sus años de gloria, declararía que el término en absoluto definía a una forma musical. Pero en fin, por comodidad, por obsecuencia, por arribismo, todos usamos el famoso término, que termina por confinar a algunos músicos de valía como Johnson, que debería en cambio ser considerado uno de los más eficaces, intensos y expresivos guitarristas del rock; de todo el rock, sin adjetivos inútiles). En fin…
Todo esto viene al caso, porque Barbed wire blues, vaya uno a saber por qué, aunque en una primera escucha parece proseguir el camino hacia la ruina vocal, se desvía y llega a buen puerto. Es sin duda un excelente disco de rock´n´roll, R&B o como se le quiera llamar a esa música rítmica y sucia, de origen negro y yanqui, tomada entre otros por los británicos y tomada en particular por Dr. Feelgood para construir si no un estilo propio, al menos un forma de expresión particular, reconocible, compartida. Es un excelente disco –como podían haber sido los anteriores a éste de 1995- porque además de las nítidas canciones de Johnson, nerviosas, directas y llenas de swing, la voz de Johnson por primera vez parece encontrar su espacio. Quizás sean los años; con los años y la práctica cualquiera mejora. Pero también es posible que aquí, la voz se permita cierta curiosa inexpresividad… que la mejora. En esto se parece a la guitarra, que logra una curiosa expresividad a partir de una curiosa monotonía casi robótica. Johnson toca como una máquina enloquecida, sin perder el tiempo en detalles ni en adornos (algo que debe agradecérsele al Señor), y si fuera un pintor, daría rápidos brochazos sobre la tela, quizás siempre con el mismo color. Bueno, aquí la voz adquiere ese color. Se vuelve así más intensa, más necesaria, más justificada. En cierto modo –y aunque la comparación parezca caprichosa- se puede pensar en John Lydon, en su canto siempre igual, siempre más cerca del cántico que de la melodía –si bien, desde luego, no hay dos músicas más disimiles que la de Johnson y la de Lydon (sin embargo, en algunos temas de este disco, se puede imaginar sin problemas la voz de Lydon; y de hecho sería un experimento interesante –que probablemente jamás se hará- invitar al Sex Pistol y PiL a una sesión de grabación con Wilko Johnson. Ese sería un disco excepcional).
Mientras no exista ese disco imaginario, tenemos éste, que se le acerca bastante.

Barbed wire blues

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