30.5.11

GET BEHIND ME SATAN - The White Stripes



La tradición y una manera fresca o incluso renovadora de entenderla. Eso han representado los White STripes durante la primera década del siglo, y no está mal, al contrario, está muy bien. En particular porque tuvieron muchos talentos. Además del más obvio y necesario -el musical-, tuvieron el de no dejarse apabullar por el éxito. Hoy en día, esto es un logro aún mayor que unos décadas atrás, cuando el mundo era todavía un lugar un poco sensato. La sensatez de este duo es, entonces, una de sus fortalezas. Nada de dejarse desviar del camino,nada de probar frutos prohibidos que los expulsarían de su pequeño paraiso y, a la vez, toda la firmeza y habilidad para navegar por los maremotos mediáticos y humanos del actual monstruo mundial de la fama, que todo se lo quiere tragar, en particular a los famosos, a quienes -diría Jack White- se les niega por completo el derecho a la dignidad. Bueno, los Whites Stripes fueron muy dignos. Además ¿a qué discutirlo? la mejor banda de rock de la década.
La tradición del blues, del rock´n´roll y del country. En el disco que nos ocupa, sobre todo la del country -por lo acústico y casi baladístico- aunque -y en este sentido es un gran ejemplo del enfoque de la banda- con una extrañeza que la torna muy propia. Raíces y creatividad, he ahí el secreto (quizás el de toda obra artística importante).
El álbum se inicia con un furioso -y llamativamente robótico- rock, pero es la última aparición de ese estilo -común en sus otros álbumes- pues luego, pese a un par de blues eléctricos, predomina amplamente el piano, la guitarra española, la marimba... y no por eso se trata de un disco menos potente. Menos ruidoso, eso sí. Aquí la idea de "garage" -tan sobreutilizada hoy en día- da un vuelco que la separa de la noción de "sonido áspero y apretado" y la lleva a la de "sonido espontáneo, realizado con los elementos que tenemos a mano". Es una necesaria dosis de oxígeno, ya que esa idea impuesta sobre el "garage" se presta demasiado a menudo a confundirse trágicamente con la repetición acrítica de los clichés rockeros de los años sesenta. Dicho sea de paso, los Stripes no saben qué es un cliché, porque los utilizan de un modo que les quita todo el desgaste de los años, y porque, vamos, Jack White es un buen e idiosincrático escritor de canciones, con brillo propio. Así que el subgénero no los atrapa sino que apenas los delimita como un punto de partida. A partir de ahí, pueden darse -y darnos- todos los gustos. Para este blog, los gustos más intensos están en este disco, aunque cabe decir que todos los de esta banda son buenos, o incluso, a veces, excelentes.
Quizás sea un desatino, pero nos parece que éste es el Albúm Blanco de los Stripes. Quizá no -y qué importa- pero se nos ocurre debido a la sensación de libertad que trasmite. Música simple y bien hecha, musicalidad indiscutible, interés sostenido, hasta cierta variedad y sorpresa... ¿Qué más se puede pedir? Tal vez no sea -como suelen decir los reseñistas de discos- "el mejor lugar para empezar con la banda", porque no es tan representativo de su sonido general. Pero, en fin, para eso están los otros discos suyos. ¿A qué esa especie de campeonato obsesivo por determinar qué disco es el mejor de una banda? ¿Existen los mejores discos? Pueden existir, pero creemos que en el caso de este insigne dúo, no. Todos ofrecen algo parecido aunque finalmente distinto. Este es el más distinto -y para nuestro gusto el más grato y escuchable- pero jamas se podría descartar a ninguno de los otros. Constatación interesante: en estos alicaídos tiempos, en que se da por supuesto que el rock está muerto y que, en general, nada artístico muy valioso puede surgir, tenemos a esta banda que por medio de la autolimitación y de la falta de miedo y especulación consiguieron una de las discografías más parejas de toda la historia del rock. Y se retiraron a tiempo, como los Beatles. Nunca sabemos qué traerá el futuro (nadie habría podido predecir que esta banda iba a ser el futuro), pero nos atrevemos a insinuar que quizás, sólo quizás, estemos, a pesar de todo, a pesar de la depresión generalizada disfrazada de luces de colores y velocidad en que vive el mundo, estamos ante una de las mejores banda de rock de la historia. ¿Nos equivocamos? El tiempo dirá.
Por ahora, a dejarse de disquisiciones y a escuchar.

The denial twist

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